viernes, 22 de septiembre de 2017

Lyle Stevik, el suicida que nunca existió

Lyle Stevik tuvo una vida evasiva y extraña, pero fue su muerte la que lo llevó a la fama. Las teorías lo convirtieron en un terrorista que atentó el 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center, una aparición fantasmagórica y finalmente una celebridad en Internet.
hombre mira al oceano tristeza
El viernes 14 de septiembre de 2001, Lyle Stevik reservó una habitación en un hotel frente al lago Quinault, en Washington, Estados Unidos. Una vieja placa en el lugar dejaba ver un mensaje bastante optimista que rezaba: “Bienvenido. El surf está a la alza. La vida es buena”.

lake quinault inn letreto entrada
Como miles de personas lo habían hecho antes, Lyle, que aparentaba veintitantos años, tomó un bolígrafo y se registró en la bitácora del hotel. No había nada de excepcional en aquel hecho, especialmente si tomamos en cuenta el contexto: apenas 3 días antes, una serie de ataques terroristas al World Trade Center y al Pentágono resultaron en la muerte de aproximadamente 3,000 personas y desataron una crisis de seguridad nacional.
bitacora del hotel lake quinault inn septiembre 2001
En aquella época el Lake Quinault Inn todavía era un negocio familiar. Barbara, a quien cariñosamente llamaban “tía Barb”, se ocupaba de la recepción, mientras que su sobrino Gabe era el dueño del hotel y de una tienda adjunta.
Edificado en la década de 1960, aquel hotel contaba con apenas 6 habitaciones en la construcción principal y 2 extras en un anexo. Por poco menos de US$ 50 la noche, era uno de los hoteles más económicos en toda la ciudad.

Un huésped misterioso.

La tía Barb le entregó a este nuevo huésped la llave para su habitación. Lyle le pagó en efectivo. Al llegar a la habitación, Lyle Stevik se encontró con una cama matrimonial, una alfombra polvorienta, cortinas opacadas por el humo de tabaco, un tocador de cristal y otros muebles sencillos.
habitacion lake quinault inn interior
Aproximadamente 60 minutos después de haber ingresado a la habitación, Lyle volvió a la recepción – estaba visiblemente agitado y perturbado. Supuestamente, el área atrás de su dormitorio era muy ruidosa. A Barb le extrañó la queja del joven, pero decidió entregarle otra llave. En esta ocasión, la habitación se encontraba justo en el medio del edificio principal. El joven durmió allí aquella noche y la siguiente.
Era el lunes 17 de septiembre cuando Marisela, una empleada del hotel, tocaba la puerta del nuevo huésped sin recibir respuesta. Ya era casi el mediodía, y el horario para hacer check-out había terminado. Dado que aquella era la única habitación ocupada, decidió volver a intentar.

El terrible hallazgo.

Como no hubo respuesta, Marisela abrió la puerta cautelosamente. Encontró a Lyle Stevik arrodillado en un rincón de la habitación: de espaldas a la puerta, con los brazos al lado del cuerpo, la cabeza inclinada hacia atrás y mirando hacia arriba. Dos días antes, el sábado, el joven había solicitado toallas extras, y Marisela las encontró allí, extendidas sobre una mesa de madera. Tres de las toallas habían sido cuidadosamente posicionadas sobre una silla. El domingo, el huésped indicó que no quería limpieza en la habitación.
ahorcado
Al analizar la escena, la empleada se preguntó si el joven estaba rezando, pero sospechaba que algo no andaba bien. Inmediatamente llamó a Gabe, el dueño del establecimiento, que corrió hacía la habitación número 5 y, con mucha cautela, se dirigió al huésped. Lyle no se movió. Sus dedos estaban relajados y los jeans colgaban con holgura de su delgada cintura.
Gabe se acercó un poco más y entonces pudo ver el cinturón alrededor de su cuello y atado a las perchas. Sus rodillas ni siquiera tocaban el suelo. Había dejado de respirar. Se había ahorcado.
nota por la habitacion
En un buró encontraron una tarjeta doblada con las palabras “por la habitación”. Al interior, 8 billetes de US$ 20 – dinero suficiente para pagar las noches que había pasado allí y una propina generosa.
Inmediatamente el dueño del hotel llamó al 911, los paramédicos llegaron en cuestión de minutos. El esbelto cadáver de Lyle fue llevado a un médico legista de la localidad. El huésped no dejó ningún tipo de identificación en el cuarto: ninguna tarjeta bancaria, ninguna licencia de conducir y mucho menos un pasaporte.
Quinault Lago
Lago Quinault.

La investigación policial.

Los policías empezaron la búsqueda de alguien que les pudiera ofrecer información sobre el joven, pero no había ninguna pista. En las semanas posteriores al suicidio, nadie buscó al hombre desaparecido en la zona.
hombre silueta en la neblina
Sospechando que Lyle no era más que un nombre falso, los oficiales recurrieron a su ADN y huellas dactilares para compararlas en todas las bases de datos: ninguna coincidencia. La dirección que había apuntado en la bitácora del hotel correspondía a otro hotel, donde nadie lo reconoció.
Lyle Stevik simplemente no estaba en ninguna base de datos, directorio telefónico, censo o registros electorales.
Lyle Stevik no existía.

Una muerte terrible.

Cuando el detective Lane Youmans arribó a la habitación del hotel, dejó su taza de café sobre el buró y analizó la escena: Lyle aún estaba colgado en la esquina, con el cinto en el cuello. Tomó fotos de la escena: la colcha había sido retirada del colchón, la colgaron sobre la única ventana de la habitación. Había perchas en el suelo. La luz del baño estaba encendida y la puerta entreabierta.
sabana sobre la ventana
También notó que las almohadas habían sido puestas entre el guardarropa y la pared, a ambos lados. Quizá Lyle supuso que lucharía por su vida en los momentos finales y fabricó aquella barrera improvisada para apaciguar cualquier sonido.
El suicidio de Lyle fue una auténtica tortura. El perchero, de donde había colgado el cinturón, estaba muy bajo. Hasta que se encontró con la muerte tuvo que resistir el deseo visceral de levantarsecuando su cuerpo entró en “modo supervivencia”.

La evidencia.

En uno de los bolsillos traseros de su pantalón se encontraron 5 billetes de US$ 1. Al interior de una gaveta en las mesas, un tubo de pasta dental, un cepillo dental y algunos desechos. En la cabecera una Biblia gitana dejada por el propio hotel en cada una de las habitaciones. Al interior de esta Biblia se encontró un marcador entre las páginas 1050 y 1051, donde el primer pasaje es “Esto, dice él, significa que la muerte tiene que morir”.
biblia gitana con marcador
En un pequeño bote de basura había un periódico y un vaso vacío. Cerca de estos artículos, un trozo de papel arrugado dónde podía leerse “suicidio” con letras mayúsculas.
Al comparar la letra de Lyle en este papel y en el registro que hizo en la bitácora, el detective notó algunas diferencias. “Lyle hizo el registro con una caligrafía normal. Yo creo que escribió “suicidio” con letras mayúsculas como una señal para quien lo descubriera. Entonces se dio cuenta que sería obvio, y desechó la nota”, concluyó Youmans.
nota suicidio
El detective también supuso que Lyle se había criado en una familia de clase media alta, pues vestía buena ropa y sus manos no tenían señales de trabajo pesado, además que su apariencia era óptima.

Análisis forense.

El miércoles 19 de septiembre el médico legista, Dr. Daniel Delove, analizaba el cadáver de Lyle Stevik: le habían quitado la ropa, pero su cuello todavía estaba envuelto por aquel cinturón de piel desgastado. Se había curado parcialmente algunas escoriaciones en los dedos, presentaba una cicatriz de remoción de apéndice y fue circuncidado. El resto del cuerpo era una tela en blanco.
manos heridas
No poseía tatuajes ni marcas de nacimiento. Además gozaba de una perfecta salud: sus órganos estaban en buena forma, no era fumador y estaba totalmente sobrio cuando se ahorcó.
Su dentadura estaba en una excelente condición. Le habían removido 4 dientes – dos premolares superiores y dos inferiores – probablemente para dar espacio a algún dispositivo, resultado de costosos tratamientos de ortodoncia.
Su etnia tampoco pudo ser determinada. Pudo haber sido hispano, estadounidense, incluso de Medio Oriente. Es difícil de decir.
Fern Hill Cemetery
Lyle fue sepultado en una tumba sin ningún tipo de inscripción en el cementerio Fern Hill. No tuvo un funeral, lápida o flores.

El misterioso suicida llega a Internet.

Los meses pasaron, después los años. La investigación se enfrió hasta que, en 2006, el caso llega a Internet. Diversas personas investigaron las evidencias disponibles, debatieron hipótesis, generaron teorías e intentaron localizar a la familia del joven.
Estos grupos se segmentaron siguiendo líneas del pensamiento: algunos creían que Lyle Stevik era el nombre real del joven y que, por alguna razón, había logrado evadir todos los registros oficiales. Otros creían que Lyle era un inmigrante ilegal y se justificaban argumentando que Stevik era un sobrenombre muy común en Noruega.
Hubo incluso quienes compararon el caso con la novela “You Must Remember This”, de 1987. En esta obra, un joven de 15 años desarrolla sentimientos románticos por su tío, un boxeador profesional. Su padre Lyle Stevick (con una C al final), entra en depresión y se ahorca en su propia casa.
Algunas personas creyeron que pudo perder algún ser querido en los ataques del 11 de septiembre. A otros les pareció que se había involucrado en los atentados como terrorista.
Quizás te estés preguntando porqué hay tantos extraños interesados en resolver el caso tras más de 16 años. Una de estas personas que siguió el caso publicó la siguiente explicación:
Lyle Stevik
“Lyle inmediatamente me llamó la atención pues era lo suficientemente joven como para ser mi hijo, y las circunstancias – solo, en un hotel barato – eran desesperadamente tristes”, escribió. “Su educada nota con el dinero me devastó. No puedo quitarme esa sensación de que se suicidó porque creía que no le importaba nadie más. A veces, me pregunto qué pensaría de los cientos de extraños que se preocupan tanto y debaten todos los días intentando develar su nombre”.